domingo, 25 de abril de 2010

Primavera

Como cada primavera desde hace quién sabe cuantos siglos -y que sigan siendo muchas más- los sapillos corredores aparecen por cientos en los suelos arenosos de los pinares costeros. Las lluvias pasadas han dejado suficientes charcas temporales para encender los ardores de los machos que, a su vez, han atraido a las hembras receptivas con sus cantos. Juntos han sembrado de vida esas pequeñas charcas, con sus hileras de huevos oscuros que a estas alturas se han convertido ya en vivarachos renacuajos que animan el fondo de los charcos.
Dentro de un par de semanas, quizá, los que sobrevivan saltarán a tierra transformados en diminutas réplicas de sus padres y volverán a alegrar las arenas corriendo de un lado a otro, como una tupida alfombra viva, intentando comer sin ser comidos y esperando la próxima primavera para perpetuar el ciclo de la vida.
Les deseo la mejor de las suertes en esta gran aventura.


Sapo corredor (Bufo calamita)

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